Los coches pasan estruendosos, resquebrajando en trocitos el silencio... pero nosotros los callamos con nuestra risa histérica. Se nos clavan miradas curiosas, escrutándonos el alma con sorna. Pero nosotros carecemos de ella, ¿verdad?
Parece que vivimos en una continua explosión imparable, ardiente.
Nos hablamos con sollozos gemidos, mordidas, abrazos, caricias...y nuestros cuerpos se hunden más y más el uno en el otro... ya no somos dos.
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